tenedores de oficina: la pausa que ya no se toma
- RSCT
- 27 jun
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 28 jun

Un recipiente de comida frente a la computadora. Un ojo en la pantalla, otro en el reloj. La escena es tan común que ni se nota. Pero dice mucho. Almorzar en el trabajo, en teoría, es un derecho. En la práctica, muchas veces es un trámite. Un momento que sucede entre correos, reuniones o llamadas. Comer se convierte en una extensión del día laboral, no en una pausa real.
Y eso, aunque parezca mínimo, afecta más de lo que pensamos.
Comer sin parar: una rutina silenciosa
Hace unas semanas, leí una encuesta que me dejó pensando: solo el 29 % de los trabajadores bloquea un tiempo real para almorzar, y de ellos, muchos terminan comiendo mientras siguen conectados. Y, lo leí con el tupper sobre la mesa y el chat abierto en otra pestaña. Me di cuenta de que era parte de esa estadística. Me pasa, y seguramente te pasa también: almorzar con la computadora encendida, contestar un mensaje mientras masticas, terminar la comida sin recordar el sabor. No es por descuido, es por ritmo.
Es que el ritmo laboral —rápido, entrecortado, urgente— nos empuja a funcionar así, ¿en serio?
Comer sin presencia, no solo alimenta menos. Desconecta. Desgasta. Desordena.
Más que comida: un momento necesario
Mientras leía La sociedad del cansancio de Byung‑Chul Han, subrayé una frase: “Hoy la explotación ya no requiere un amo. Nos autoexigimos hasta el agotamiento”. Pensé en esos días donde comer rápido es casi un mérito, como si no pausar fuera una forma de compromiso laboral.
Pero el cuerpo no funciona así. Necesita tiempo, necesita atención. Comer no es solo llenar un espacio; es una forma de sostenernos. Y cuando ese espacio se borra, algo también se desgasta en nosotros.
Una pausa que vale
No es necesario tener una hora libre ni un menú elaborado. A veces alcanza con cerrar el mail durante 20 minutos, cambiar de lugar, masticar despacio. O simplemente respirar, tomar distancia. Sé que no todos los días se puede. Pero incluso reconocerlo ya es un paso. Porque la pausa no es un lujo: es parte de una jornada laboral más humana. Los equipos más productivos tienen momentos bien marcados para desconectarse. No por pereza, sino porque entendieron que el cerebro rinde mejor si el cuerpo no va en piloto automático.
Para pensar en voz alta
La última vez que me senté a comer sin mirar el celular fue hace apenas unos días, y fue distinto. No solo disfruté más la comida, también me sentí menos saturado al final del día. Es curioso cómo un gesto tan simple puede cambiar tanto.
¿Hace cuánto no almuerzas sin mirar el reloj? ¿Comer en silencio frente a la compu se volvió normal… o inevitable?
¿Tu equipo tiene tiempo real para comer o solo come “cuando se puede”?¿Y si empezar a cuidar el tiempo de comida fuera también una forma de cuidar al equipo?
¿Hace cuánto no almuerzas sin apuro? ¿Qué pasaría si empezaras a cuidar ese momento como cuidás una reunión importante?
Quizás, en ese pequeño gesto, esté el inicio de una forma más clara de trabajar. Y de estar contigo mismo. :)
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